miércoles, 24 de agosto de 2016

No eres especial.

Antes de que te vayas, permíteme hablar. Va a llover muy fuerte y te vas a mojar, y sé que no querrás esperar a que escampe, porque te gusta caminar bajo la lluvia y escuchar los truenos, pero quédate unos momentos más.
No eres, ni por asomo, lo mejor de mi vida. Eres tan común, que te aseguro que he conocido tantas personas como tú. Tienes una personalidad tan simple que no es tarea difícil analizarte. Puede ser que, si nos dejamos de querer, pueda toparme con muchos hombres como tú. No eres especial, y, de hecho, nadie lo es. Pero escondes en tu esencia algo que te hace sobresalir, algo que provocó que fijase mi vista en ti desde el primer instante. No sé si fue tu semblante relajado, o tu voz, tus ojos, tu peinado. Te clavaste poco a poco hasta quedarte en mi cabeza, pude analizar los detalles de tu cara incluso cuando no estabas. Me era y me es tan difícil comprenderte; para una mente compleja como la mía, la simplicidad llega a tornarse en un enigma. Y quizá muchas veces vi cosas de más, coloqué hechos y palabras donde no había nada, sin poder ver en realidad lo fácil que pudo ser todo.
No te marches antes de que termine, insensible. Te falta empatía y un poco de sentido común, ¿te gusta matar gatos? Me das la impresión de ser un asesino en potencia: metódico, sin escrúpulos, a veces cruel y siempre solitario; ¿ya ves las teorías absurdas que me invento?
Te dije que te sentaras, todavía no termino. Sé que divago y tienes que irte, pero no ha escampado. Quédate conmigo a escuchar la lluvia porque no te veré en un rato, y tal vez te extrañe como la loca que soy, pero me querrás a pesar de eso, lo dijiste hace unas horas, ¿estás seguro? No voy a llorar, lo prometo.
Ven, vamos a abrazarnos. Tranquiliza mi corazón, ya que tú mismo lo has acelerado. Hoy te siento cerca, por primera vez en tres años (tres semanas), y aunque sé que eres tan raramente común, te quiero a ti, en ti me he fijado. Y tal como te dije anteriormente, sé que hay miles de chicas que te pueden hacer más feliz que yo, y que incluso en tu soledad sientas que es más acogedor, pero yo estoy loca y tú también. No eres especial, pero estás loco. Enarbolas con ímpetu la esencia única de tu ser; no sé si soy la única que lo nota.
Me pueden hacer más feliz de lo que un loco con bella sonrisa y pezones de durazno en almíbar, podría, porque ni tú ni yo somos especiales, pero estamos locos, y quién sabe, a lo mejor de verdad nos amamos.



domingo, 21 de agosto de 2016

La debilidad de un hombre.

Las hojas de tus libros siguen mojadas, ¿qué esperas para secar las lágrimas que se escapan? La debilidad de un hombre reside en sus sentimientos, y en la forma en que los expresan. Y sabes bien que hace muchas horas que deberías estar en la cama, durmiendo, que mañana será un día largo, pero que de madrugada las horas se pasan rápido; están por dar las 3, hace dos parpadeos eran apenas las doce. ¿Por qué te escondiste por tanto tiempo? Sabes quién eres: un trozo de mierda bien educado, y con un sentido del amor tan patético, que no sabría si reírme de ti o echarme a llorar. Aunque sabes que no lloramos más. La debilidad de un hombre reside en sus sentimientos, y en la forma en que llora. Hace un par de días que no intentas buscarle sentido a la realidad en la que vives, que dejaste de preguntarte de dónde venía todo aquel asunto maravilloso que te conmovió el alma por un tiempo. Y fue tan poco, que te quedaste con ganas de vivir lo perfecto, ¿no es asqueroso?
Vamos, acerquémonos a la repisa y desempolvemos aquellos días de indiferencia al mundo; pero no adereces demasiado tus ambiciones, podrías perderte una vez más en un vacío existencial, y terminarías mal, como hace un par de meses. Abramos aquella caja sellada donde guardaste cautelosamente las armas que te harían luchar contra las voces, ábrela, sabes que las pesadillas escaparán de todas formas, y sembrarán su semilla en tu subconsciente. Por eso no quieres dormir, ¿verdad que eres cobarde? El dolor te perseguirá aun con los ojos cerrados.
Temes quedarte a solas por las noches, pero no puedes luchar contra eso; todos tienen su vida formada, y tú te quedaste en un simple e irreal deseo. Sabes que las mentiras salen con tanta facilidad de las bocas, tú lo compruebas cada vez que tejes falacias con tanta espontaneidad. La debilidad de un hombre reside en sus mismas promesas; le mientes incluso a tus gatos, al rosal que riegas a diario, diciéndole que florecerá cuando en realidad sus hojas se secan cada vez más; pero te ilusionas tanto con un simple botón, y tu rostro se ilumina cuando se abre, pero vuelve a romperse algo en ti cuando cae muerta y seca la rosa.

Tratas de esconderte en vano de las cosas que mamá guarda en la alacena. Las voces gritan al unísono, pidiéndote de una y mil maneras que comiences a escribir todo lo que dicen, pero son tantas que no puedes comprenderlas. Y te quedas sin hacer nada, o llenas una inocente hoja de violentos garabatos y líneas superpuestas. La debilidad de un hombre reside en la manera en que se expresa. Y tú no puedes simplemente parar de brincar en los charcos cuando hay lluvia, pero hoy nos abstuvimos de hacerlo, no tenía sentido. El mundo no es un lugar tan amplio como para que puedan sobrevivir los sueños, y esa es tu mayor debilidad, soñar es peligroso.

viernes, 19 de agosto de 2016

Singularidades.

Te miro fijamente y me pregunto por qué tus pupilas no son blancas. Encajas tu presencia como una abeja hace con su aguijón. Tu sencillez me hace suspirar miel con cada canción. Te encuentras catalogado entre el tipo de persona que no aguanto y el tipo que encuentro solo una vez en la vida. No quiero perderte tan pronto porque me destroza imaginar un futuro en el que no estás. De nada me serviría intentar ser como tú y que no me afecte nada, pero aquí estoy parada sintiendo todo en un solo instante, ¿a eso cómo le llamas? No podría encontrar en el mundo a alguien como tú. No sé si es porque eres un idiota, pues tú mismo te proclamas así. No sé si es que eres tan meticuloso, ya que planeas cada paso que das; no sé si es que eres tan pulcro, que no dejas que tu cabello lo toque nadie más. No sé si es que simplemente te amo a ti y a nadie más. ¿Por qué lo pienso? ¿Por qué le busco belleza a los surcos de tu rostro? ¿Por qué tanto afán en encontrar la complejidad de la forma en que se acomodan tus pestañas? Y es que divago tanto que a veces dudo que seas real. ¿Qué es un sueño y cómo saber que en realidad no vivimos en uno, y que al despertar comienzan las ensoñaciones? Si así fuera, pediría soñar contigo cada noche, y escribir de ti en un bobo diario de sueños. ¿Qué tan metido estás en esto, mi fiel cazador? Yo no veo ya la salida, y tampoco es como que desee escapar de este delirio, no más.

lunes, 15 de agosto de 2016

Resonancia.

Tengo ganas de seguir mirando por la ventana de mi cuarto. La luz de los coches al pasar marca un trayecto que me deleita con solo verlo. Me corta como una guillotina. Las ansias revolotean las puntas de mis dedos, quiero verte otra vez.
Eres el único que despierta mi interior de una manera que no puedo entender. Mis neuronas se enloquecen y provocan un cortocircuito en mi cerebro. Mis nervios revolotean a través de mi organismo y un solo roce de tus dedos me produce escalofríos.
Podría besar mil bocas más, y sé que ninguna me haría sentir lo mismo que tú. Es una reacción espontánea, que me persigue con la misma intensidad que la primera vez. Todo se pinta a blanco y negro y el único que tiene color, eres tú. Mi alrededor se torna borroso y luego desaparece, dejando únicamente tu presencia  junto a mí. Y de repente todo deja de importar.
Me restriego en la ducha a diario; quisiera que el tacto de mis manos provocara lo mismo que tus roces hacen conmigo. Pero todo es parte de un equilibrio cósmico: las venas de tus brazos, la longitud de tus dedos, la textura de tu lengua, de tu mentón, la calidez de tus respiraciones, los parpadeos y la robustez de tu cuello, todo. Todo está ordenado perfectamente y se encuentra allí para hacerme sufrir, y gemir, y llorar y reír con toda su simpleza.
Porque yo podría encontrar todo eso en cualquier otra persona, pero no deseo ni siquiera buscarlo. Porque aunque lo encuentre no sería lo mismo, no serías tú, no sentiría nada, el desbalance de mis nervios sería nulo y mis sentidos se apagarían, porque no quieren besar otros labios, saborear otra lengua, sentir otras manos. No existiré para nadie más. Podrían ahogarme y hacer que me pudra a besos. Podrían atarme de manos y piernas y acariciarme el cuerpo entero y yo no sentiría nada, porque no sería lo mismo, no serías tú.
Te lo digo con la franqueza de mis manos pequeñas y temblorosas. No deseo aventurarme y conocer otros terrenos mientras siga viviendo en ti, mientras mi piel tenga el privilegio de sentir la tuya, mientras el cándido sentir de tus dedos entre mis piernas me arranque gemidos de la garganta, y me desgarre el alma con cada toque.
Podría esperar mil eones con tal de sentir tus labios, sin importar la ansiedad y el desespero, mi consuelo sería encontrarte al final del camino.
No quiero otras manos que me toquen, no quiero otra boca que me bese, ni otros ojos que me miren como tú lo haces, no insistas, no lo ofrezcas, la realidad es esta, sólo tú existes. Te lo digo con la franqueza de mis pupilas dilatadas, no quiero buscar en alguien más lo que tú me das de sobra, porque aunque lo encuentre, no sería lo mismo. No serías tú, no sentiría nada.

domingo, 14 de agosto de 2016

Palabras del sepulturero.

Estás tan asustada que quieres que te rodeen sus brazos, pero sabes que él no va a estar para consolarte. Estás tan loca que imaginas que los retratos de la pared toman vida y salen de los cuadros a pasearse por el comedor. Estás tan sola que tienes miedo de las sombras que se proyectan con la luz que entra por la ventana. Tienes tantas ganas de llorar que no puedes pronunciar palabra cuando te preguntan si estás bien. Te has callado tantas cosas que ahora te es imposible decirles que te sientes perdida, confundida. Tienes tantas inseguridades que crees que todo el mundo te mira con asco.
Ya basta, matemos la histeria, esa que te tiene tan mal. Deja de evitar hacerles daño, ellos no reparan en ver si estás bien, a ellos no les importa si te lastiman. Sepultemos la histeria, he traído mi pala, aquella que antes te ha ayudado a sepultar con fiereza tantas cosas que nos hacían daño. Estás por morir de inanición, no quiero que desaparezcamos entre el montón de promesas y besos viejos, demacrados. Aliméntate de sus almas, acércate a mi cementerio, leamos juntos de madrugada mientras cuidamos a los muertos. El cazador no se irá, así que no mires atrás. Podemos sepultarlo a él también, si tú quieres.
Tranquilízate, porque las caras en las paredes no se moverán de allí, no temas a oscurecerte de nuevo, ambos sabemos que lo que necesitas se encuentra aquí. La puerta del cementerio siempre estará abierta para ti, te prestaré mi pala, construiremos ataúdes de sobra. Sepultémoslos con ahínco, no saldrán de ahí, aunque lo intenten; esas promesas vacías, esas amistades falsas, aquellos días de goce fingido, quedarán allí. Sepultemos la rabia contenida, el dolor y la frustración. Mi sabiduría te guiará a través de las lápidas por si quieres visitarlas luego, aunque no las dejaremos salir más.

Así no te sentirás sola nunca más, la noche, la lluvia y el cementerio son tus buenos amigos. De esta manera no sentirás más miedo, y si es así, no necesitarás los brazos del cazador hermético y solitario; de esta manera, tu locura se quedará en una caja a tres metros bajo tierra, y los retratos se quedarán en su lugar. No tengas miedo a estar sola, pues vas a enloquecer de verdad. La soledad te ayudará a sepultar también tus inseguridades. ¿Escuchas el sonido de la lluvia al chocar contra el asfalto? ¿Te inquietan las goteras de tu cuarto? Vamos a deshacernos del escozor de la piel, y de los intentos fallidos de encajar, vacía tu alma en mi cementerio, también a ella la vamos a sepultar.