miércoles, 24 de mayo de 2017

Lvzbel

Un invierno sin frío, una primavera sin flores. El remordimiento grabado en las pupilas. Ronquidos molestos que no dejan dormir. Quemaduras intencionales hechas con hielo y sal que ahora pican y no importa cuánto pueda rascar.
Un amor sepultado, pero latente. Se asoma una pequeña luz de entre los montones de tierra que lo cubren. Es tan cálido que al ocultarlo intenta salir incluso por las palmas de mis manos. Están ardiendo. El aire que respiro es tan caliente que lastima mi garganta y pulmones. Se llena mi pecho de contradicciones y al final se vacía sepultando todo de una sola vez.
Mis pies emanan calidez también. Me pregunto rápidamente si no tengo fiebre. Son las 303 horas y la comezón no deja dormir, pero abrazar un trozo de felpa es suficiente consuelo para un pecho vacío y un corazón sepultado.
Casi sesenta días pasaron, y el dolor apenas se asoma. No me apetece dejarlo entrar, pero se cuela en ocasiones.
Me duele pensar en ti. En el recorrido para llegar a tu casa. En tu sonrisa al verme y en la enormidad de tus manos. Me había negado a mí misma el placer o la desgracia que trae consigo el sentir. Me negué el privilegio y me ahorré la molestia. No soy buena en pretender, ocultar mis sentimientos no es lo mío. Pero ingenuamente pensé que estaría bien; que no me dolerías más, que me habías dolido bastante ya, que había llegado al límite, pero jamás toqué fondo. Desprenderme de ti fue tan fácil que incluso me olió a burla. Me importabas tan poco y me hacías falta nula. Un sabio amigo me dijo que quizá encontré razones más sensatas y buenas para sentirme bien.
Saber que tuviste miedo de seguir amándome es algo que mantiene ese trocito de mi corazón latiendo por ti, incluso cuando prefiero invertirme a mí misma en algo que sí me dará un beneficio. Esa cobardía, ese amor por tu zona de confort me aferraron a escondidas. Yo no quería. La necesidad vuelve y no es buena señal. Jamás quise necesitar de ti, me da pavor pensar que aún después de todo, mi corazón tenga la capacidad suficiente de seguir amándote. Solo le dejé espacio para mí, para mis gatos, para mi madre. Tú no vas dentro.
¿Por qué te quiero? Después de meses. ¿Se mantendrá con el pasar de los años? Me rehúso a pensar que me olvidas. Yo no te olvido.
Pero ya no cabes. Pensar en ti en esa forma hace que todo se desborde. No hay espacio para ti. Deberé dejar que las memorias te sepulten otra vez, y recordar para la próxima ya no enamorarme tanto.