miércoles, 9 de diciembre de 2015

Dejà Vu,

Corría desesperadamente por ese oscuro y frío bosque. Alguien la perseguía, alguien quería asesinarla. Cayó sobre las rodillas y amortiguó el golpe con las palmas. Se le encajaron ramitas y piedrecillas. Intentó levantarse pero las piernas no le respondían. Se recostó con la cara al cielo esperando su fin. Sintió un ciempiés trepar lentamente por su brazo derecho. Apretó los ojos dejando caer las lágrimas, no de miedo, sino desesperación, quería morirse de una vez, que se redujera el tortuoso tiempo de intriga. Al fin escuchó los pasos del asesino, las hojas secas crujían con las fuertes pisadas de sus botas. Se acercó a Lorena. La miró y sonrió, pero Lorena no pudo verlo. El asesino llevaba el rostro cubierto por una máscara de caballo. Lorena suspiró y cerró los ojos. El asesino sacó un machete y le atravesó el tórax, provocándole una sensación de opresión. No estaba muerta. Abrió los ojos y se encontró en la comodidad de su cama, en la oscuridad de su habitación. Suspiró. Sólo había sido un sueño. Cerró los ojos e intentó volverse a dormir cuando sintió un ciempiés subir lentamente por su brazo derecho. 
Y ya no se escuchaba nada más que el sonido de la tierra caer pesadamente sobre el féretro, ahogando sus gritos.


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