martes, 29 de septiembre de 2015

Humedad

Un par de caricias. Un par de dedos rasposos. Comienza a gotear la miel de su cuerpo con cada respiración sobre su cuello.
Sudor que sale por debajo de sus senos; hace calor, y ella poco a poco se humedece.
Las lágrimas suelen caer sobre el pecho. La saliva cubre sus labios y los protege de quedar secos.
En cierta ocasión llegó a tocar por en medio de sus piernas y descubrió un brote anormal. Una flor.
Tiempo después le creció pasto en el pecho; sus pezones se cubrieron de florecillas. Sus pies se convirtieron en raíces y su cabello en ramas finas y muy largas. Y allá en la tranquilidad del bosque se quedó plantada, y dio frutos, y se marchitó y volvió a florecer. Sus ojos se secaron y en su lugar salieron más ramas. Su cuerpo se evaporó dejando sólo un esqueleto. Las flores y el verdor se terminaron, y en su lugar, un árbol muerto y restos de huesos secos.

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