jueves, 16 de junio de 2016

Delirio onírico.

Hace un par de calurosas noches, quería escribir sobre ti; empero el sueño pudo más que yo, profundamente dormida me quedé. El bolígrafo en la mano, la cabeza recostada en la mesa. Aquella madrugada soñé contigo, te sentí en medio de mi delirio onírico. Tus manos, tu aliento en mi cuello, tu sonrisa y la placidez que me causa al verla. Soñé contigo aquella noche, y las tres siguientes también. En todas aquellas imágenes me mirabas fijamente sin emitir sonido alguno, para luego poner tu boca en mi cuello y respirar pesadamente sobre él. Tomé tus manos, y las sentí; pude percibir el cosquilleo interno que me provoca entrelazar mis dedos con los tuyos, mientras tú escudriñabas mi rostro con tu intenso mirar. Sentí tu mano acercarse a mi mejilla y acortar con su ayuda la poca distancia que separaba nuestros labios. En esos momentos, los centímetros que me separaban de ti, me sentaron cual años luz. ¿Podrías tan solo imaginar el dolor, la desesperación y la soledad que sentiría, si en lugar de un par de pulgadas, me separasen de ti cientos de kilómetros? Olvidaría cómo es que se respira y se vive, mi cerebro no mandaría la señal de que aún puedo moverme y vivo. Y ni siquiera Morfeo podría llenar mi corazón ya vacío con lo que suelo sentir en mis ensoñaciones, en las cuales caigo al cerrar los ojos, y solamente así puedo tener un resquicio de tu entera, ausente presencia. Si me alejasen de ti, tan solo querría estar dormida, para sentirte cerca de mí, para que me mirases y yo me estremeciese con el revoloteo de tus pestañas. Si me separasen de ti, amor, quisiera estar siempre dormida. Solo así el dolor de no tenerte sería silenciado por las quimeras de mi subconsciente.

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